Cómo apoyar la inmunidad con la dieta en la enfermedad

Una nutrición adecuada es un elemento extremadamente importante para fortalecer el cuerpo que lucha contra el cáncer. ¡Pero no solo! También adquiere un poder especial en caso de amenaza epidemiológica. Consulta qué ingredientes proporcionar al paciente en el menú diario para construir su inmunidad y aportar la energía necesaria para combatir la enfermedad.

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Durante el tratamiento oncológico, se producen cambios significativos en el propio proceso de alimentación: el gusto del paciente cambia, a menudo pierde el apetito y no puede comer la porción adecuada. El cuerpo de cada persona pasa por el proceso de curación de una manera ligeramente diferente y lucha con diversas dificultades para aceptar alimentos durante el tratamiento o la convalecencia.

Sin embargo, existen principios universales de nutrición en la enfermedad y vale la pena tratarlos como una valiosa señal en la planificación del menú del paciente. En primer lugar, debe conocer los nutrientes más importantes que son un arma poderosa para que el cuerpo combata la enfermedad y son un elemento esencial para fortalecer la inmunidad.

Vitaminas

Las vitaminas son una poderosa inyección de fuerza para el cuerpo que lucha. Debemos centrarnos en saturar el organismo de ellos principalmente a través de productos alimenticios, es decir, de origen natural.

Son especialmente valiosas las vitaminas A, C y D. Podemos encontrarlas en muchas frutas y verduras disponibles en el mercado. La dietista Agnieszka Piskała-Topczewska recomienda elegir los locales: zanahorias, apio, pimientos, ajo, calabacín, así como brócoli y otras verduras crucíferas (coliflor, brócoli, coles de Bruselas). Una de las fuentes de vitamina C poco conocidas y ampliamente disponibles son las papas.

Se recomiendan especialmente las siguientes frutas: manzanas, peras, cerezas, frambuesas (incluso congeladas).

En la temporada de otoño e invierno, no recomiendo comer cítricos como una fuente valiosa de vitamina C en grandes cantidades, porque estas frutas tienen un fuerte efecto refrescante, aunque una naranja o un té con limón ciertamente no le harán daño a nadie. En lugar de cítricos, es mejor optar por nuestra manzana o pera doméstica.

Además de las verduras y las frutas, se pueden encontrar valiosas vitaminas (incluida la vitamina A) en los productos lácteos, como la leche entera y los productos lácteos. También se recomiendan los pescados grasos: halibut, abadejo, merluza o salmón, preferiblemente al vapor o al horno en pergamino.

Ingredientes minerales

Desde el punto de vista de la adquisición de inmunidad para el paciente, los minerales más importantes son el zinc y el selenio. El zinc, además de fortalecer la inmunidad, puede afectar positivamente la mejora del apetito y reducir ligeramente los trastornos del gusto y el olfato. Solemos tener una deficiencia de este micronutriente, porque se encuentra en productos que no comemos con mucha frecuencia. 

Cuando aparecen los primeros síntomas de infección, es bueno dar al enfermo una dosis aumentada de zinc en forma de, por ejemplo, un puñado de semillas de calabaza o germen de trigo añadido al muesli de la mañana. El zinc también está presente en las yemas de huevo. Es suficiente comer dos al día para cubrir el requerimiento diario.

El selenio tiene fuertes propiedades anticancerígenas, pero hay pocos productos que sean ricos en este microelemento. La fuente de selenio son, por ejemplo, las setas, pero también las nueces de Brasil.

Sin embargo, recomiendo cantidades razonables: basta con comer dos de estos frutos secos al día para aportar al organismo la dosis adecuada de selenio. El exceso de este microelemento puede tener un impacto negativo en nuestra salud.

Bacterias probióticas

La microflora intestinal tiene el mayor impacto en la inmunidad, por lo que debes alimentarte de las bacterias adecuadas para fortalecer esta barrera protectora natural del organismo. 

El ensilaje proporciona una gran inyección de bacterias probióticas. No se trata solo de chucrut o pepinos, sino también de otras verduras: rábanos, ajo y remolacha. La microflora del cuerpo también se verá enriquecida con yogures naturales o leche cuajada, mientras que el kéfir no es recomendable debido a que contiene levaduras de leche, que pueden contribuir a la candidiasis.

En períodos de inmunidad reducida y mayor incidencia de infecciones causadas por virus, vale la pena considerar la suplementación adicional. Sin embargo, tomar suplementos vitamínicos seleccionados al azar en grandes cantidades, según el principio: «cuanto más, mejor», no tiene mucho sentido. Aunque la suplementación de vitaminas y minerales específicos es importante, conviene saber a qué deficiencia de vitaminas y minerales estamos expuestos y qué preparados y en qué dosis serán los adecuados para nosotros.

La dosis diaria de vitamina C, tanto consumida con alimentos como suplementada, no debe exceder el 100% del requerimiento diario, es decir, 60-80 miligramos. Aumentar intencionalmente esta dosis no aumenta la inmunidad de ninguna manera y solo puede causar daño. Su exceso puede causar diarrea y ser destructivo para los riñones. 

Por otro lado, la vitamina D debe tomarse en una dosis mayor, en una cantidad de 5 a 6 mil, debido a que se absorbe mal de los productos alimenticios. Las investigaciones muestran que más del 70 % de los polacos metabolizan mal la vitamina D, por lo que vale la pena tomarla en una dosis mayor.

Al preparar comidas para una persona con una enfermedad oncológica, también debe prestar atención a su consistencia. Estas deben ser comidas «densas en energía», para que su consumo, incluso en pequeñas cantidades, proporcione al cuerpo tantos nutrientes beneficiosos como sea posible. Un buen ejemplo aquí serán, por ejemplo, sopas – cremas, para cuya preparación podemos usar varios vegetales. Además, esta sopa se puede servir con semillas de calabaza o queso desmenuzado. Tales sopas se pueden preparar en muchos sabores y así proporcionar a una persona enferma una variedad de ingredientes.

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Autor: Natalia Wiszniewska

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