El cáncer no solo impacta el cuerpo, sino también la salud mental. Desde el diagnóstico hasta la supervivencia, quienes lo padecen enfrentan un torbellino emocional. Los tratamientos y los síntomas físicos añaden una carga adicional, con efectos como la fatiga, el dolor y alteraciones cognitivas que pueden alterar la vida cotidiana. El miedo a la muerte, la incertidumbre sobre el futuro, los cambios en la autoestima, la pérdida de independencia y el miedo a convertirse en una carga son solo algunos de los desafíos emocionales a los que se enfrentan.
El diagnóstico de la enfermedad oncológica puede dar lugar también a un cuestionamiento de los valores personales que dan sentido a la propia existencia. La suma de todos estos efectos directos y derivados del cáncer puede desembocar en la aparición de trastornos psicológicos como el trastorno adaptativo, la ansiedad y la depresión.
Las estadísticas subrayan la importancia de la atención psicológica: hasta la mitad de las personas con cáncer experimentan malestar emocional clínico, y más del 30% necesita atención especializada, con un riesgo tres veces mayor de padecer depresión en comparación con la población general.
El derecho a la atención psicológica
La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce la importancia del bienestar mental en la salud general. Sin embargo, la implementación de políticas y recursos para abordar esta necesidad sigue siendo un desafío. A pesar de que se plantea la integración de servicios psicosociales en la atención oncológica, la realidad en muchos lugares, incluyendo España, muestra deficiencias en la provisión de atención psicológica.
Las unidades de cáncer y cuidados paliativos deben ofrecer atención integral, no solo centrada en lo físico, sino también en lo emocional. En España, se establecen estándares que recomiendan brindar atención psicológica tanto a pacientes como a familiares, pero la falta de recursos y acuerdos formales limita la cobertura.
Según datos de AECC, el 48% de los hospitales no dispone de personal propio que realicen atención psicológica en cáncer. Esta carencia es más frecuente en los hospitales pequeños, donde el porcentaje supera el 62%, que en los medianos y los grandes hospitales. Además, existe una gran desigualdad entre comunidades autónomas.
Pacientes de segundo orden
Las dificultades se extienden a la atención a familiares. A este grupo se les nombra pacientes de segundo orden, ya que pueden llegar a tener los mismos niveles de problemas psicológicos, solo que le falta la enfermedad física.
Aunque se reconoce su importancia en las políticas autonómicas, la mayoría de los sistemas de salud no disponen de recursos especializados para ellos. Esta recomendación, la cual podemos encontrar en la línea de calidad de vida de la Estrategia en Cáncer del SNS, es reconocida en el 76% (14 CCAA) de las políticas autonómicas en cáncer. Solo en Cataluña, el sistema público de salud implementa un modelo de servicio (a través del ICO) soportado por recursos propios para atención psicológica especializada para familiares, el cual es valorado como adecuado (y aun así, este servicio da una cobertura heterogénea, ya que no todos los centros de salud están integrados en este modelo).
El rol de la colaboración del sistema público de salud y las entidades sin ánimo de lucro
La falta de recursos y/o de implementación de las políticas en el sistema público de salud lleva a que gran parte de los servicios de atención psicológica en cáncer sean prestados por profesionales externos. Por ello, la colaboración entre el sistema de salud y entidades sin ánimo de lucro es vital. En muchos casos, son estas organizaciones las que cubren el vacío dejado por la falta de recursos públicos.
Sin embargo, la dependencia de estas entidades puede no garantizar una atención homogénea y suficiente para todos los afectados. La situación es análoga para los familiares o acompañantes que demandan esta atención.
¿Y si es al revés? Cuando existe una enfermedad mental previa al cáncer
Las personas con enfermedades mentales graves, como el trastorno bipolar, la esquizofrenia o la depresión mayor, enfrentan una esperanza de vida entre diez y veinte años menor que la del resto de la población. Cuando se trata de cáncer, aquellos que también lidian con trastornos mentales tienen un riesgo un 30% mayor de fallecer a causa del tumor en comparación con quienes no tienen estas condiciones. El diagnóstico tardío reduce considerablemente las posibilidades de curación.
Estas personas a menudo tienen dificultades para percibir los signos tempranos de la enfermedad, y en muchos casos, no se percatan de la gravedad del tumor hasta que alcanza un tamaño considerable o experimentan limitaciones físicas evidentes.
Por ello, es crucial considerar la intersección entre la salud mental y el cáncer en aquellos que ya padecen enfermedades mentales. La falta de detección temprana y la coordinación entre especialistas aumenta el riesgo de diagnósticos tardíos y limita las opciones de tratamiento.
El Vacío Invisible: (des)atención después del cáncer
Como final de este artículo, no podemos olvidarnos de remarcar la importancia de prestar atención a las personas supervivientes de cáncer.
La supervivencia al cáncer representa una victoria significativa, pero para muchos, el final del tratamiento no significa el fin de los desafíos. La transición a la vida después del cáncer puede ser emocionalmente agotadora y a menudo se subestima la importancia del apoyo continuo para la salud mental de los supervivientes. A menudo, una vez que los tratamientos terminan, muchos pacientes enfrentan la ansiedad por la recurrencia, el estrés postraumático y los cambios en la percepción de la vida, lo que se suman al peso que ya llevan estos sobrevivientes. Además, a menudo también se enfrentan a sentimientos contradictorios, luchando por reconciliar el agradecimiento por la supervivencia con la angustia emocional no resuelta y la culpa.
La Fundación de Oncología Alivia lleva a cabo actividades educativas y de promoción para ayudar a los pacientes con cáncer. ¿Te gusta lo que hacemos? ¡Haz clic y apóyanos en la lucha contra el cáncer!
La atención integral después del tratamiento oncológico es crucial para abordar las necesidades emocionales de los supervivientes de cáncer. Los servicios de seguimiento pueden ayudar a mitigar el impacto psicológico del cáncer, ofreciendo terapias adaptativas, grupos de apoyo y asesoramiento psicológico. Sin embargo, la disponibilidad de estos servicios es inconsistente y depende en gran medida de factores como la ubicación geográfica, los recursos financieros y la infraestructura médica.
Conclusiones
Con todo lo comentado anteriormente, podemos concluir que existe la necesidad urgente de establecer una atención integral en oncología para pacientes con cáncer, desde el diagnóstico hasta la supervivencia, donde el cuidar de la salud mental por profesionales sea un elemento indispensable.
Aunque a nivel estatal se reconoce la importancia de la atención psicológica, existen deficiencias significativas en su implementación y acceso. Las estadísticas subrayan la alta prevalencia de problemas psicológicos en pacientes con cáncer y la falta de recursos especializados para abordar estas necesidades, tanto para los pacientes como para sus familiares.
La colaboración entre el sistema público de salud y organizaciones sin ánimo de lucro ha intentado llenar ese vacío, pero se enfrenta a desafíos en términos de uniformidad y suficiencia en la atención proporcionada.
Por todo ello, desde Alivia creemos que es fundamental que se amplíe la inversión pública en salud mental como elemento fundamental en el tratamiento del cáncer, además de que se integre en los planes de cada CCAA y se implemente en todos los centros hospitalarios.