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Guía para sobrevivientes de cáncer

Me diagnosticaron en enero de 2007. Tenía 28 años y un cáncer bastante avanzado. He escrito algunos puntos que creo son importantes, especialmente justo después del diagnóstico, cuando el paciente y su familia todavía están en estado de shock. Por mi propia experiencia, sé que los consejos que se enumeran a continuación son de gran ayuda para controlar tu enfermedad.

Visitar un médico lo antes posible

Cuando estés preocupado por algo relacionado con tu salud, consulta a un médico lo antes posible. Hazte todas las pruebas recomendadas.

Estoy viva porque cuando encontré mi tumor inmediatamente pedí una cita médica. A pesar de mi rápida reacción, el procedimiento de diagnóstico duró aproximadamente un mes. Durante ese tiempo, mi tumor creció y las células cancerosas se diseminaron. Al final, mi tratamiento comenzó cuando mi cáncer había alcanzado el estadio IIIB fuera de los niveles IV posibles.

Ahora, después de casi 12 años de tratamiento, si se presenta algún síntoma preocupante durante más de dos semanas, se lo digo a mi médico y, a menudo, solicito pruebas de diagnóstico por imágenes del órgano sospechoso. También pido que las pruebas sean lo menos invasivas para mí.

Trata de pensar en positivo

Al acudir a las pruebas de diagnóstico, siempre tienes que asumir el mejor escenario posible, pero también tienes que estar preparado para el peor de los casos. Durante el tratamiento, debes creer que tendrás los mejores resultados posibles. No importa cuales sean los efectos, aprecia el esfuerzo de tu organismo. Intenta reír lo más a menudo posible.

Un día me di cuenta de que algunas noticias son menos aterradoras cuando tomas consciencia antes de escucharlas. En realidad, pueden ser aún más atemorizantes porque luego regresa toda la ola de miedo: la creada durante los pensamientos hipotéticos sobre los peores escenarios posibles.

Lo más difícil que escuché, aparte de mi diagnóstico, fue la información de que a pesar del tratamiento intensivo que había recibido, mi enfermedad había regresado. Incluso ignoré los primeros signos de recaída: ganglios linfáticos engrandecidos. Los justifiqué pensando que eran causados por infecciones y nervios. Después de algún tiempo, cuando la cantidad de ganglios linfáticos observados durante las ecografías siguió aumentando, finalmente me di cuenta que mi cáncer había regresado.

Después de unos días de pensamientos caóticos, pánico y miedo, me recompuse; traté de no pensar en lo que no podía hacer, sino en lo que todavía podía hacer. Decidí ganar otra batalla, y lo hice, el cáncer se disolvió en la quimioterapia y aún no ha regresado.

No pierdas el tiempo

No pierdas el tiempo y los nervios pensando en «qué pasaría sí». Tampoco pierdas el tiempo preocupándote porque nadie sabe qué pasará en el futuro. La vida está sucediendo aquí y ahora, día a día, por lo que vale la pena sonreír ahora mismo.

El cáncer no es una sentencia de muerte: un diagnóstico de cáncer es un dato sobre una enfermedad, no sobre la fecha prevista de muerte. Incluso la información sobre la progresión de la enfermedad o un tratamiento ineficaz no significa que no se pueda hacer nada más: se están probando constantemente nuevos tipos de medicamentos y tratamientos en todo el mundo. También puedes probar tratamientos experimentales durante un ensayo clínico. Nadie sabe la fecha de su muerte y tu misión es hacer todo lo posible para vivir el mayor tiempo posible.

Pregunta

Tu médico debe informarte lo máximo posible sobre los resultados de tus pruebas y los procedimientos de tratamiento. Pregúntale lo que te gustaría saber, pero estés preparado para: haz una lista de tus preguntas de antemano y anota las respuestas. También puedes buscar información en Internet para consultarla más tarde con tu médico, pero ten cuidado y verifica cada hecho en fuentes creíbles.

Sin embargo, si tu médico no puede explicarte todo, o si algo en tu resultado parece sospechoso, ves a ver un especialista diferente. Si es necesario, también ves a ver un tercer médico. Busca especialistas en oncología, busca opiniones sobre ellos, elije aquellos que parezcan dignos de confianza. Creé que tu tratamiento tendrá el mejor resultado posible y mantén ese pensamiento.

Si sabes que tienes cáncer- intenta familiarizarte

Recuerda que tú debes ser la persona que más se preocupa por tu salud. Eso no significa que tengas que hacer todo tu mismo, debes involucrarte en el proceso de tu tratamiento. Familiarízate con tu diagnóstico, comprueba si está completo y recopila tu documentación médica desde el principio. Pídeles a tus seres queridos que busquen más información sobre tu tipo de cáncer.

El cáncer es una enfermedad complicada. Tanto sus mecanismos como los posibles tipos de tratamiento difieren enormemente. Los médicos eligen varios tipos de tratamiento, por lo que vale la pena conocer tu enfermedad, qué tratamiento se sugiere y que significa para ti. Cuanto más sepas sobre tu cáncer mayor control tendrás sobre él. Estarás mejor preparado para la terapia, consciente de los posibles riesgos, movilizado para pasar por el próximo tratamiento y estarás mucho más fuerte.

Elije siempre la medicina convencional como tratamiento principal

Solo la medicina convencional se basa en resultados de tratamientos científicamente probados, probados en grandes grupos de pacientes. Acude siempre primero a los oncólogos y solo luego consulta con ellos terapias adicionales, como terapia bioenergética, hierbas, suplementos dietéticos o acupuntura. Al principio, decidí luchar contra mi cáncer de todas las formas posibles, pero la medicina académica siempre estuvo en primer lugar. Sabía que podía confiar más en ella.

Todos mis amigos me enviaron información sobre curanderos, infusiones y jugos milagrosos, terapeutas de bioenergía, dietas curativas. Aparte de muchas consultas con médicos en varios centros oncológicos, acudí a un monje tibetano, quien me recetó hierbas, recomendó una dieta y me trató con sabias palabras de consuelo. También me visitó un terapeuta de bioenergía, que creía que era un hombre honesto, ya que no quería dinero. Recuerdo que en ese momento preparar mis hierbas se convirtió en un ritual, lo que me dio una sensación de paz. Mi fe en el poder de las hierbas y la bioenergía me dio fe de que me recuperaría.

Después de un tiempo limité el número de visitas a ambos profesionales de la medicina alternativa, ya que sentí que quería usar mi tiempo de manera diferente. Al final, dejé de ir del todo. Sin embargo, sé que si crees que algo puede curarte, la fe en sí misma tiene efectos muy positivos, pero al mismo tiempo el cáncer es una enfermedad demasiado grave como para rechazar la medicina convencional y poner tu salud solo en manos de la medicina alternativa.

Nunca vayas solo a una visita médica. Lleva algo para tomar notas.

Muy a menudo, inmediatamente después de salir del consultorio médico, no recordaba de qué habíamos estado hablando y qué se suponía que debía hacer. La avalancha inicial de información, los complicados procedimientos hospitalarios, el estrés y la tensión a menudo conducen a fallos de memoria. Los médicos tampoco tienen tiempo de repetirnos toda la información facilitada. Por eso es bueno llevar un segundo oyente a las visitas médicas, así como un cuaderno o dispositivo electrónico para tomar notas. Cuando estéis juntos es más fácil recrear la información que falta después de una visita.

Carrera contra el tiempo

El tiempo es un factor extremadamente importante en el tratamiento de cáncer. Cuanto antes se diagnostique el cáncer, más fácil será de tratar y menos efectos secundarios para el paciente. Intenta que todas las pruebas se realicen rápidamente.

Come conscientemente y mantente activo. Pasa tiempo en contacto con la naturaleza.

El cáncer es una enfermedad de múltiples elementos. Nuestra salud física y mental en general tiene un gran impacto en su curso. Por eso es importante que te cuides durante y después del tratamiento. Muchos estudios apuntan a los aspectos beneficiosos y preventivos de una dieta adecuada, así como a mejores resultados del tratamiento de los pacientes que mantienen un estilo de vida saludable.

Durante la quimioterapia me ocupé de mi hígado, ya que tenía muchas tareas difíciles por delante, no bebía alcohol, no comía alimentos fritos, grasos o muy dulces. Vale la pena leer sobre las dietas de quimioterapia, ya que puedan minimizar los efectos secundarios del tratamiento y ayudar a debilitar los efectos de los medicamentos que estamos tomando (el jengibre, por ejemplo, reduce las náuseas después de la quimioterapia, mientras el estragón mejora los resultados de la quimioterapia). Hay muchas posibilidades de ajustar la dieta a un paciente determinado, por eso te animo a que investigues el asunto.

No tengas miedo de pedir ayuda a tus amigos y familiares

Decirle a todo el mundo que tienes cáncer es extremadamente difícil. Pero recuerda que hay muchas personas que se preocupan por ti y estarán encantados de ayudarte. Aprenderás cuántos amigos verdaderos tienes, lo cariñosas y bondadosas que pueden ser algunas personas.

Le conté sobre mi cáncer a todas las personas que pensé que lo encontrarían importante: familia, amigos, mi jefe. Sin embargo, no quería decírselo a mis clientes, así que justifiqué mi calvicie por mis excéntricas necesidades estéticas. Experimenté un gran apoyo y amabilidad por parte de un amplio grupo de personas. Mi familia y amigos me ayudaron cuando ya no me quedaban fuerzas, buscaban soluciones a mis problemas, contactaban con personas que podían ayudarme. También me encontré falta de comprensión y lástima, pero al final hubo muchos más aspectos positivos que negativos. No vale la pena estar avergonzado, tener miedo ni esconderte, solo crea estrés adicional.

Leer sobre psicooncología

Tal vez decides participar en un taller del método Simonton u otro grupo de apoyo. Estos eventos suelen ser una buena ocasión para compartir experiencias y conocimientos, y para ver el cáncer desde una perspectiva diferente. También muestran que las personas que nos rodean viven con cáncer y mantienen su paz y felicidad.

Participé en un taller sobre el cáncer del método. Resultó muy interesante y me ayudó a organizar algunos de mis pensamientos y creencias. Sin embargo, lo que resultó ser más valioso para mí fue conocer a personas que habían estado luchando contra el cáncer durante años, estaban en diferentes etapas de la enfermedad, pero parecían felices, alegres y viviendo el momento. Después de todos estos años, el recuerdo de algunas de estas personas sigue siendo muy reconfortante y me asegura que la felicidad es, después de todo, un estado de ánimo.  

¡Vive tu vida!

El proceso de tratamiento es solo una parte de la enfermedad, un fragmento de un todo mayor. Debes mirar tu futuro y, al mismo tiempo, vivir el momento.

Durante mi tratamiento tomé conciencia de algunos planes que siempre había pospuesto. Viajé, trabajé, pinté y tomé fotos. Resultó que podía ir a trabajar después de la quimioterapia, así que lo hice. Más tarde viajé a otra cuidad para recibir quimioterapia, ya que allí tomaban más rápido las decisiones sobre el tratamiento. Inmediatamente después de una infusión de quimio, tomaba un tren de regreso a casa para ir a trabajar al día siguiente.

Solo hubo una cosa que no logré hacer: ir en bicicleta. Casi me desmayo durante un intento, así que guardé mi bicicleta durante un tiempo. Sin embargo, hice un viaje en kayak, un día después de la quimioterapia. Intento no exigirme demasiado, pero tampoco quiero renunciar a muchos aspectos de mi vida por el simple hecho de llorar por mi mala suerte. Por eso trato de hacer muchas cosas que me hagan feliz y aprovecho el tiempo que tengo lo mejor posible.

¡Esto lo deseo a todo el mundo!

Agata Polińska, cofundadora y directora de la Fundación Alivia

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