¿Es cierto que el cáncer se alimenta de azúcar? Esta pregunta molesta a muchos pacientes con cáncer. Este es un tema complejo y vale la pena analizarlo más de cerca para comprender qué elecciones de alimentos debe hacer en su dieta diaria.
El azúcar es un producto que puede ser motivo de gran preocupación para las personas que padecen cáncer. En los medios de comunicación se puede encontrar información de que el azúcar estimula el desarrollo de células cancerosas, por lo que debe eliminarse de la dieta. Por otro lado, la glucosa es necesaria para vivir. De ahí es de donde nuestro cuerpo extrae su energía.
Entonces, ¿cómo encontrarnos en esta «dulce confusión» y elegir correctamente? Aquí hay algunos consejos prácticos.
El azúcar no es igual al azúcar
Cuando escuchamos «azúcar», pensamos en el azúcar blanco cristalizado de un azucarero. Esta es una gran simplificación.
Los azúcares pertenecen al grupo de los carbohidratos, y estos se dividen en simples y complejos. También los hidratos de carbono son uno de los grupos básicos de nutrientes en nuestro organismo. Es por ello que los necesitamos para el correcto funcionamiento, extraemos energía de ellos. En un adulto, los hidratos de carbono deberían cubrir alrededor del 45-55 % del valor energético de la dieta diaria, que es de unos 250 g de hidratos de carbono al día. En el caso de los pacientes con cáncer, se trata del 35-50% del requerimiento energético diario.
La base de una dieta saludable son los hidratos de carbono complejos, que deben estar presentes en nuestro menú diario. Sus fuentes son: productos de cereales, verduras y frutas.
La situación es completamente diferente en el caso de los carbohidratos simples, llamados azúcares. Son los azúcares simples los que debemos limitar fuertemente en nuestra dieta diaria. No deben superar el 10% de nuestras necesidades energéticas.
Una dieta correctamente compuesta debe basarse en carbohidratos complejos, y los azúcares simples deben constituir solo un pequeño porcentaje de la misma.
Los azúcares simples incluyen sacarosa, de la cual el 99% consiste en azúcar blanca refinada conocida por todos nosotros. Las fuentes de azúcares simples son: la miel y el jarabe de glucosa-fructosa comúnmente presentes en los productos alimenticios. El azúcar simple también es lactosa, que se encuentra en la leche y los productos lácteos, y la fructosa, presente de forma natural en la fruta.
Del mismo modo, se añaden actualmente a tantos productos alimenticios, por lo que no es posible su eliminación completa. Por lo tanto, vale la pena limitar en la dieta los productos dulces y altamente procesados, como dulces, galletas comerciales, barras y bebidas.
También merece la pena adquirir el hábito de leer las etiquetas para elegir conscientemente a la hora de comprar. En cada etiqueta deberíamos encontrar información sobre la cantidad de carbohidratos, incluidos los azúcares, en un producto determinado.
La lista de ingredientes que vemos en la composición del producto se ingresa en orden descendente. Entonces, si el azúcar está en el primer lugar de la composición, significa que es su ingrediente principal.
¿El azúcar alimenta el cáncer?
Todas las células de nuestro cuerpo se alimentan de glucosa, tanto las sanas como las cancerosas. La glucosa, el azúcar del que se alimenta el cáncer, entre otras cosas, puede ser producida por el organismo a partir de proteínas o grasas, independientemente de nuestra dieta. Por lo tanto, no es cierto creer que al excluir el azúcar blanco de la dieta, puede «matar de hambre» al cáncer. Si hacemos pasar hambre a nuestro cuerpo, entonces el cáncer encontrará otra fuente de energía para crecer, y todo el cuerpo estará expuesto al agotamiento.
Cómo endulzar sabiamente
Los pacientes con cáncer también pueden comer «dulce». Sin embargo, es importante componer cuidadosamente el menú. No se trata de eliminar por completo los azúcares de la dieta, sino de utilizarlos conscientemente, sin exceder las cantidades recomendadas.
En una situación en la que hay un antojo de algo dulce, es mejor elegir fruta en lugar de una barra de chocolate. Después de todo, las frutas nos brindan muchas vitaminas e importantes sustancias bioactivas que apoyan la lucha contra el cáncer. Los productos lácteos también se recomiendan en la dieta del cáncer. Aunque contienen azúcar (lactosa), son energéticamente densos y aportan cantidades significativas de proteína, muy importante en el cáncer. Un buen ejemplo de tal producto es el yogur natural. Sin embargo, se debe tener cuidado con el queso endulzado o el yogur con relleno de frutas, ya que contienen porciones adicionales de azúcar.
También vale la pena enfatizar que en el cáncer, cualquier cambio rápido e independiente en la nutrición pisa terreno inestable.
Las recomendaciones dietéticas en cuanto a la cantidad y tipo de productos en la dieta de los pacientes oncológicos pueden variar según el tipo de cáncer, e incluso dentro de una misma enfermedad, según su estadio.
Por lo tanto, es importante que el paciente oncológico permanezca bajo cuidado dietético desde el comienzo mismo de la enfermedad. Un médico o dietista podrá indicar claramente qué productos se recomiendan en un caso determinado y en qué cantidad.
La consulta con un especialista te permitirá evitar una situación en la que el paciente utilice una dieta inadecuada para él, aunque esté convencido de que es la dieta más saludable posible. Desafortunadamente, esto a menudo resulta en el efecto contrario al esperado. En casos extremos, una dieta mal seleccionada puede conducir a la destrucción del cuerpo. Sin embargo, una dieta bien elegida puede fortalecer significativamente el cuerpo del paciente y apoyar el proceso de curación.
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Autora: Natalia Wiszniewska, wiszniowka.pl
Consulta de expertos: Agnieszka Piskała-Topczewska, dietista y especialista en nutrición
Fuentes:
- “Dieta en el cáncer”, Aleksandra Kapała, Buchmann Publishing House, 2016.
- «Estándares de tratamiento nutricional en oncología», Stanisław Kłęk, Michał Jankowski, Wiesław Janusz Kruszewski, Jacek Fijuth, Aleksandra Kapała, Paweł Kabata, Piotr Wysocki, Maciej Krzakowski, Piotr Rutkowski, «Nowotwory» Volumen 65, Número 4, Año 2015